A veces la distancia de los fenómenos permite dimensionar problemáticas que están en nuestra propia cotidianeidad y pasamos por alto, hasta que irrumpen, o incluso cuando ocurren rápidamente dejamos atrás. Recientes eventos ocurridos en el Caribe, México y Estados Unidos dejan notables enseñanzas para tomar apunte. Huracanes, terremotos, inundaciones a gran escala. Cambio climático en algunos casos, fenómenos inevitables en otros o mensajes claros de la ‘Tierra’ que nos grita, según cada perspectiva epistemológica. El hecho es que como destacan diversos análisis, lo que denominamos genéricamente ‘acontecimientos naturales’ encuentran siempre un escenario específico (social, cultural, político, económico) y diversos resultados. ¿Es lo mismo un huracán donde funciona una defensa civil incorporada en todas las capas de la sociedad que en donde no? ¿Es similar el impacto de un sismo en una zona planificada a los fines de mitigar sus impactos que un área densamente edificada al ritmo de la especulación inmobiliaria?
Veamos algunos datos. El colectivo Geocomunes de México aporta: "Entre 2014 y 2017 en la Ciudad de México se autorizaron y se ofrecieron a la venta 2655 inmuebles (nuevos o antiguos) en zona de intensidad sísmica alta y 1395 inmuebles en zona de intensidad mediana. Las delegaciones Benito Juárez y Cuauhtémoc son las que sufrieron mayores daños durante el último sismo del 19 de septiembre, y son también donde más nuevas viviendas se han construido y oferta a la venta en los últimos tres años." ¿Cómo daría un relevamiento similar en nuestra cuenca de Sierras Chicas hacia abajo en torno a las viviendas afectadas por las inundaciones de los últimos años?
Otra realidad con algún paralelismo a la atravesada en los últimos años en la región puede ser este ejemplo estadounidadense. Dice el escritor Raúl Zibechi: “el huracán Harvey, que barrió días antes la ciudad de Houston, produjo 47 muertos y enormes daños materiales, entre ellos un millón de coches destruidos”. En este caso, “las gigantescas inundaciones son la consecuencia de una brutal especulación inmobiliaria”, ya que según reconstruye “las zonas que se inundaron habían sido compradas por el ejército en la década de 1940, porque formaban una cuenca natural que absorbía las aguas de los desbordes de los embalses que protegen la ciudad de las catástrofes”. “Se trataba de proteger a la ciudad que había sufrido inundaciones en otras oportunidades, y de hacerlo a través de la conservación de las formas naturales de drenaje. Pero la especulación inmobiliaria barrió con esa zona. De ese modo, se ocuparon las 200.000 hectáreas destinadas a evitar las inundaciones y el resultado fue una catástrofe evitable”, un dato para contrastar con escenarios próximos.
Como contracara, Zibechi enfatiza lo que ningún especialista en gestión de riego de desastre puede discutir y es el modelo cubano de defensa civil. Recuerda que “el huracán Flora en 1963 dejó en la isla de Cuba nada menos de 1.200 muertos. A partir de ese año, la Defensa Civil juega un papel importante en la prevención de daños humanos y materiales ente los huracanes, al punto que desde el año 2000, los 17 huracanes dejaron «solo» 52 muertos”.
Las inundaciones de inicios de 2015 marcaron una herida profunda en la sociedad cordobesa. Más de una decena de muertos directos, y otro tanto en los sub-registros: suicidio, heridos, afectaciones psicológicas de por vida. Frente a semejantes acontecimientos sólo hallamos como respuesta intentos de mega obras públicas que parecen más bien pensadas para habilitar nuevas urbanizaciones descontroladas que a reorganizar de forma armónica los territorios; leyes que intentan por un lado u otro avanzar con el regulador naturales de las cuencas (el monte nativo); nuevos avances de loteos que van a contramano de un ordenamiento territorial participativo y en función de la vida colectiva; funcionarios y gestores públicos que celebran sus sistemáticas habilitaciones del ‘desarrollo’ aún al costo que repasamos. No es el mundo del revés, es este que habitamos. Su reverso son los colectivos que una y otra vez resisten y crean otras conciencias, otras formas de pensar y andar el suelo (Mesa del Agua de La Granja, Vecinos del Chavacaste, Coordinadora en Defensa del Bosque Nativo). Está claro que ‘el mercado’ (y sus gestores) no harán de nuestras ciudades lugares más habitables. Vayan esos ejemplos de más allá y más acá, para pensar(nos) y construir(nos) nuevos territorios.
Fuentes:
-http://www.naiz.eus/eu/hemeroteca/gara/editions/2017-10-01/hemeroteca_articles/naturaleza-y-sociedad-terremotos-y-clases?slug=naturaleza-y-sociedad-terremotos-y-clases
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