Nunca pensé estar escribiendo esto hoy, hace cuatro años que el VIH era una enfermedad de los gay, allá lejos en África o en Brasil.
Nunca pensé que la infectada fuera yo…
Nunca pensé… nunca pensé, en realidad ese fue mi error.
Pensemos, actuemos, nos cuidemos, no esperemos que otro lo haga por nosotros.
Caí en una depresión terrible, toqué el fondo del infierno con una mano, pero nunca soltando la otra mano a Dios; Él, mi fe y mis ganas de aprender con el virus y con esta sociedad que juzga a una víctima en vez de apoyarnos y abrazarnos fuerte.
Tanto necesité un abrazo de la vida, de la gente, que alguien me diga te quiero aunque tengas VIH, lamentablemente fueron contados los brazos que tuve en los peores momentos de mi vida.
Solo mi Fe, mi fuerza y pensar que podía salir de ese pozo oscuro y frío, que es el desprecio de la gente por ser portadora, mi hizo salir a flote. Tus abrazos y miles de lágrimas en tu pecho querido Nacho, me convencieron de a poco que se puede luchar contra este monstruo que es la discriminación, no la enfermedad.
Duele más mantenerse en el anonimato que enfrentar miles de índices señalándote por que fuiste víctima del engaño y la mentira: el contagio. Por eso hoy 1° de diciembre estoy aquí abrazándolos a todos… pero a escondidas… la sociedad no me permite salir a la luz y hablar de frente a ustedes adolescentes.
Me queda decirles que se cuiden, si no lo hacen ustedes, nadie lo hará…
LOS QUIERO!!!
Nota de Redacción: Desde Aces solicitaron aclarar dos términos empleados en la carta para evitar consfusiones. Se eligió respetar el escrito original explicando los conceptos de contagio y portador. El primero de ellos, se refiere a cómo llega el virus a una persona, siendo el uso correcto el de transmisión no de contagio y por otro lado, hace tiempo se dejó de emplear la palabra portador para evitar la valoración negativa dando paso a la frase persona que vive con VIH.