El Marco
sábado 02 de junio de 2018

Picat, las retenciones, la propiedad privada y la democracia

Por Jorge Bracaccini

Acabo de leer, absorto, una columna de opinión del productor agropecuario y dirigente de la Sociedad Rural Jesús María, Luis Picat, publicada en el diario La Nación bajo el título “El circulo vicioso de las retenciones al campo”. Con el señor Picat podemos disentir respecto de las retenciones y muchos temas más, lo que molesta es la falta de rigurosidad a la hora de fundamentar su posición. El texto constituye, entre otras cosas, una afrenta a la inteligencia de cualquier argentino medianamente instruido.

La columna es un intento desafortunado por rechazar cualquier marcha atrás del gobierno nacional en materia de baja de retenciones a la soja. Para apoyar su posición antirretenciones, el vecino de Jesús María comienza exponiendo las fatales consecuencias que acarrea la instrumentación de esta política pública, valiéndose del ejemplo de un país africano: Sierra Leona. El dirigente agropecuario nos instruye: “En el año 2000, Sierra Leona se vio sumida en una crisis ya que (su Presidente) Stevens llegó a colocar una retención del 90% a los productos agropecuarios, no quedando más recursos disponibles. Esto es un ejemplo extremo de instituciones extractivas y un modelo que se repite en países de América Latina”. Lo que el señor Picat no dice es que Sierra Leona es el segundo país más pobre del planeta, que en el año 2000 dos tercios de su población económicamente activa se desempeñaba en la producción agropecuaria de subsistencia, que entre 1991 y 2002 sufrió tres golpes de Estado y una guerra civil de origen étnico que la desangró social y económicamente. Pero para el autor de la nota, en su afán por demonizar las retenciones, estos son detalles irrelevantes…

Más adelante, el autor del texto se vale de expresiones de Ricardo López Murphy, a quien cita: “Los países que más progresan en el mundo, los que más calidad de vida ofrecen a sus habitantes, son los que tienen un fuerte respeto al derecho de propiedad…”. (Para adultos desmemoriados y jóvenes que tienen la suerte de no haber sufrido la década del noventa y sus políticas neoliberales, L. Murphy fue aquel ministro de Economía de Fernando de La Rúa que fue eyectado de su cargo a los 15 días de haber asumido luego de presentar un Programa de Ajuste tan salvajemente antipopular que hacía sonrojar hasta a Domingo Cavallo y el FMI). En otro párrafo, Picat vuelve a remarcar su preocupación por el “derecho a la propiedad”: los países inclusivos son los que “han tenido una Democracia por mas de 100 años, forjada a partir del respeto por el derecho a la propiedad…”. Sin decirlo abiertamente, Picat deja deslizar un insostenible parangón entre aplicación de retenciones y afectación al derecho a la propiedad privada que históricamente desvela a las patronales del campo. Algo similar a indignarse con el intendente y el gobernador por la llegada del cedulón de la tasa a los automotores por confiscatorio y violatoria de mi derecho sobre la propiedad de la chatita Peugeot modelo 95 con la que desarrollo mi actividad de pequeño productor rural. A esta altura ya no sé si enojarme o reír.

Pero lo que no me da nada de risa, y para ir terminando, es la apelación a los 100 años de Democracia como requisito para ser un país exitoso, cuando la misma viene de un representante de una institución integrada a Confederaciones Rurales Argentinas (CRA). Entidad que en palabras de, ni más ni menos que Eduardo Buzzi, ex presidente de Federación Agraria, colaboró, junto a la Sociedad Rural Argentina, con la dictadura cívico militar que inició en 1976. “Pusieron funcionarios”, dijo el otrora socio en la mesa de enlace de esas dos entidades agropecuarias.

Pero, no todas son pálidas. Picat intenta tranquilizarlos al inicio de su columna de opinión cuando nos dice: “No es mi objetivo defender la rentabilidad del sector agropecuario…”. Eso sí que da risa.