Por Agustina Conci
Desde esta semana, y por una ley aprobada en el Senado de la Nación, el Acoso Callejero es una forma de violencia y es factible de ser sancionado. Se modificó así de manera unánime la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres. La normativa tipifica la violencia “ejercida contra las mujeres por una o más personas a través de conductas o expresiones verbales o no verbales, con connotación sexual, que afecten o dañen su dignidad, integridad, libertad, libre circulación o permanencia, o generen un ambiente hostil u ofensivo".
El marco conversó con Florencia Strasorier, una caroyense co-autora de la tesis HabiTANTAS, un trabajo que recopila información sobre el tema, y culmina en la producción de material de difusión para prevenir y concientizar.
Ilustramos esta nota con testimonios de mujeres y niñas de Jesús María y Colonia Caroya que nos enviaron sus vivencias.
-Tuvieron que crear su propia definición de acoso porque había poco material. Ahora que el tema es ley, ¿qué las moviliza?
-Lo que sentimos como integrantes de la tesis, fue esa cosa de objetivo cumplido, con el paso del tiempo revoltoso que significó. Para mí todo cambió después del primer Ni una menos, del 15 de junio de 2015 a esta parte un montón de temas se pusieron en cuestión y reflexión, desde los feminicidios hasta todas las demás violencias, entonces un poco el marco, el contexto es ese. La sociedad en general se cuestionó ciertas cosas, es inevitable, entre las instituciones, el estado y los medios se aggiornan a los cambios y demandas.
Cuando empezamos a investigar en 2015 e único material que había era el producido, como siempre, por organizaciones sociales o civiles que trabajan la temática. (…) Trabajamos con la ley nacional 26.485 de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar las violencias contra las mujeres y elaboramos un constructo combinando tres tipos de violencia de la ley, que ahora son incorporadas directamente como acoso callejero.
-Se adelantaron conceptualmente a la nueva ley.
-Sí, tomando como paradigma y punto de orientación a ley nacional, que está bárbara porque es integral y considera violencia, acción u omisión, conductas directas o indirectas, en el ámbito público o privado, y también contempla no solo agresión física, sino cuando afecta la autoestima, psicología y demás. Sexual, por cómo te cosifican el cuerpo, simbólica por la relación de dominio que se plantea de unos sobre otros, y psicológica por como afectaba tu autoestima, tu seguridad al caminar, etc. Y este tema, como todos, genera resistencia…
-Cuando escribiste en El marco sobre el acoso en el Festival Nacional de Doma en Jesús María, muchxs dijeron que las mujeres son histéricas, que ya no se nos puede decir nada, que el piropo es bien recibido por muchas. ¿Por qué el piropo es acoso?
-El factor que diferencia piropo y acoso para nosotras es que quien lo ejerce sea o no un conocido. No es que estamos en contra del piropo en general, porque de hecho entre amigas y amigos nos piropeamos, ¿no? Se trata de, en un marco de confianza, decirle algo a la otra persona. En confianza y en feedback, una comunicación mutua. En cambio, una dimensión clave del acoso callejero, es que es unilateral. Vos no pediste que te digan nada, vos ni siquiera registrarse ese momento, sin embargo, ellos cuentan con la comodidad de decirte lo que se les venga a la cabeza, que puede ser desde grosero, agresivo, hasta un saludo, una mirada, un sonido lascivo, lo que sea. La diferencia sería que el acoso no es piropo porque no hay feedback, es unilateral, no se da en un marco de confianza, si no que la otra persona por lo general es un desconocido, y al acosador no le interesa un pedo tu respuesta. Porque nadie levanta a nadie en la calle por decirle que linda que estás. No es una conversación, sino todo lo contrario: si la mujer se anima a decir algo, medio que ahí termina el tema. O si respondés, se trasforma en algo inseguro.
-Hay una discusión profunda en el feminismo por el tema del punitivismo, o la sanción permanente y del Derecho sobre conductas que en realidad deberían cambiar desde nuestra cultura o formas de ver y habitar el mundo. Las encuestas sobre acoso son muchas, la mayoría da que el 95, 97 (otras puntean que el 100%) de nosotras sufrimos acoso una vez o varias veces en distintos momentos…
-Es la primera violencia que muchas registramos o sufrimos.
-Sí. Y cuando hablo con chicas para ver qué sienten cuando las acosan, aparece angustia, miedo o inseguridad, pero también bronca y la típica desconfianza hacia las instituciones.
-Sabemos que la policía también acosa.
-Entonces, ¿puede o debe ser una ley ser lo que modifique una conducta cultural?
-Estoy de acuerdo, es cien por ciento cultural. Pero que esté contemplado nos da otro marco, otro enfoque desde el cual vos podés hablar. Las leyes muchas veces son letra muerta, pero también sirven para legitimar esas discusiones. En ese sentido está buena la inclusión del término acoso. Por ejemplo, hace años que dejamos de hablar del término “violencia intrafamiliar”, que eran violencias del ámbito privado, para hablar del ámbito público. Y cómo no hablar del acoso callejero si sucede en el ámbito público.
Ahora, para mí, esta faceta cultural de práctica naturalizada que tiene, tendría que empezar a ser cuestionada también por los propios varones. Es más fácil que ellos lo puedan identificar, y hacerlo saber a sus pares. El acoso es más común en jóvenes de a grupos. En términos ideales sería bueno que ellos mismos identifiquen que no está bueno. Aunque he tenido experiencias que me dicen lo contrario: cuando hice notar a gente que me acosaba diariamente que no me gustaba, les pregunté a esos varones si sabían lo que era el acoso callejero, y me dijeron que sí. Entonces, es medio raro, ellos saben lo que significa, y saben que lo ejercen, y a pesar de eso lo hacen igual.
-Es una cosa que dice Rita Segato, la crudeza y aumento de la violencia por el mismo cuestionamiento que les estamos haciendo a los mandatos de masculinidad.
-Sí, de hecho, por ejemplo, un material de los pocos que teníamos cuando hicimos la tesis, era que un alto porcentaje de varones sabían que lo que estaban haciendo molestaba a las mujeres. Entonces, saben que esto no halaga, lo hacen para molestar. Otro lugar para desnaturalizar esta práctica es elegir el lugar conciliador, y algo pedagógico, aunque sea una paja, porque siempre lo tenemos que hacer nosotras, es empezar a posicionar eso como un hecho molesto. No me molestes, no lo hagas más. Una respuesta muy típica cuando uno le responde al varón es “no te pongas así, no te molestes”. Error. Vos me estás molestando, vos no me molestés. Está bueno que nosotras también podamos ubicar.
-Sabemos que la autodefensa nos propone que siempre que sea seguro podemos responder. Es un poco romper esa unilateralidad de una conversación que nos involucra, pero a la que no estamos invitadas implícitamente. Ahora podemos denunciar, en un sistema que casi siempre nos maltrata cuando queremos hacerlo…
-Sí, aparte sabemos que no está preparada la estructura para recibir denuncias de ese tipo. Esto sale hoy, pero capaz que recién en años está el horno para bollos, para recibir denuncias de acoso. Siempre soñé con una campaña en donde podamos tomar la patente de los autos que manejan los acosadores y la multa les llegue a su casa. Tantos años nos llevó comprender que nos tienen que sancionar por no usar cinturón por respeto, tenemos que buscar modificar estas prácticas.