A propósito del Decreto del Boletín Oficial que indica que Jesús María será uno de los centros del "Servicio Cívico Voluntario" que manejará Gendarmería.
Desde Agosto –aparentemente- habrá un Servicio Cívico Voluntario, destinado para jóvenes de 16 a 20 años y coordinado por Gendarmería, que buscará “formar a los jóvenes en valores”, entre otros objetivos. Los educará entonces una institución que depende del Ministerio Seguridad Nacional, atendiendo a jóvenes que “no trabajan ni estudian”, según declaró la ministra Patricia Bullrich.
Bullrich dijo además que gendarmería está “mucho más valorada que la educación pública", es decir la escuela pública. Nos queda clara esta apreciación si hacemos una comparativa de algunos números (*).
Entre 2012 y 2014, el Ministerio de Desarrollo Social y el Ministerio de Educación, fueron las áreas que mayor porcentaje de acciones y presupuestos centralizaron en políticas dirigidas a los jóvenes. Un 50 % de acciones quedan bajo las decisiones de estos dos ámbitos y otro 50 % en otras 16 áreas estatales.
En educación, los aumentos en la partidas presupuestarias tendieron a mejorar el servicio en sus diferentes niveles. Pero especialmente hemos estudiado las políticas para el acceso y la permanencia en el sistema educativo, que estuvieron dirigidas principalmente a la terminalidad de los niveles primario y secundario, y a la construcción del proyecto posible de estudiar en la Universidad Pública.
Estas acciones forman parte de otras con carácter de inclusión e integralidad, que buscaban mejorar las condiciones educativas de niños y jóvenes en el país. Entre estas destacamos la Ley de financiamiento educativo, la Asignación Universal por Hijo (AUH), el Programa de Respaldo a estudiantes de Argentina (PROGRESAR), los Programas de Becas Universitarias (PNBU) y otros acompañamientos.
(Nacho Yuchark para lavaca.org)
Pero este escenario ha cambiado. No sólo en los presupuestos sino también en las narraciones sobre las juventudes y sus imaginarios. Porque el decreto propone la “educación en valores”, pero está documentado y suficientemente desarrollado que la formación en valores y en ciudadanía como la igualdad, la solidaridad, la democracia, la justicia y la participación, se forman en la familia, en las escuelas, y otras instituciones no formales, pero que contienen a los jóvenes.
No estamos diciendo que en los predios de gendarmería van a tratar mal a los adolescentes, pero hay que dar cuenta de hacia dónde van las políticas para y por los jóvenes. Dice mucho que sean las Fuerzas de Seguridad quienes se ocupen de los “ni-ni”. Hay una concepción del joven varón, vago, peligroso que no estudia. O que no merece una beca para estudiar en la Universidad.
Los jóvenes y los niños son los que menos hablan de si mismos. Todos opinan, nombran, dicen como deben ser y que se debe hacer con los jóvenes. La lectura que está haciendo el gobierno en este caso, es desde el estigma: el que designa a los jóvenes como peligrosos, diciendo que no estudian ni trabajan, y por lo tanto hay que disciplinarlos. Pero en cambio, la población argentina se ha quedado sin Ministerio de Salud, o sin programas que atendían y generaban mejores condiciones para la inclusión de jóvenes en la educación y el trabajo. Programas que han desaparecido, han recortado sus presupuestos o se han restringido los requisitos para acceder a los mismos. Me refiero al cierre sistemático de los CAJ, al Conectar Igualdad, al PROGRESAR, a las becas universitarias, entre otros.
(Instituto Nacional de Juventud)
Quien fuera Ministro de Educación y actual senador Esteban Bullrich expresaba a los inicios de su gestión que “hay que crear argentinos capaces de vivir en la incertidumbre y disfrutarla”. Esa es la propuesta actual en términos educativos.
Recientemente se produjo un recorte de 3 mil millones a las universidades nacionales, acompañado a posteriori de discursos por parte de funcionarios y dirigentes de Cambiemos, desvalorizando las inversiones en educación superior.
Entre el 2017 e inicios del 2018 se realiza un recorte y reconversión del PROGRESAR (Programa de Respaldo a Estudiantes de Argentina), modificaciones que dan cuenta de un giro en la concepción de la política y de los sujetos. En primer lugar, el programa se denomina desde 2018 “BECAS Progresar”. Ya no pertenece a Desarrollo Social, sino al Ministerio de Educación, y los requisitos para la permanencia en el programa se sujetaron a mayores exigencias en el rendimiento académico. En los anuncios gubernamentales se resaltó la idea de “mérito” para conservar la beca y lograr mayores transferencias. En su origen el Progresar expresó la noción de sujeto de derecho, y no de mérito.
(Prensa Buenos Aires Ciudad)
En este sentido, enfrentamos un proceso de consolidación de mayores desigualdades, exclusiones y segregaciones socio económicas, que dejan a los jóvenes con menores oportunidades de integración y acceso a derechos.
Desnaturalizar el mérito y la carrera individual como modo de alcanzar beneficios y/o derechos; y desnaturalizar el éxito y la competencia como modo de mejorar las condiciones de vida, parece ser una tarea no menor que tenemos por delante.
*Docente e Investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales UNC.
**Estos datos y apreciaciones pertenecen originalmente al artículo: “Políticas de Juventud en tiempos de Cambiemos: De la inclusión a la meritocracia”, firmado por las autoras Mgter. Mariana Patricia Acevedo, Lic. Susana Silvia Mónica Andrada, Mgter. Eliana Graciela López y Eugenia Rotondi.